Como un rugido se oye en el eco del tiempo, corro hacia un lado y al otro, mi respiración se agita. Miro el cielo, los campos, y hasta mis propios sueños y ahí se hallan aun esos truenos como rugidos de leones, pero… diviso un auspicio a lo lejos y el espejo de mis cristalinos ojos me muestran de donde proceden, me dicen que son los latidos de Dios, en todas sus manifestaciones… en el sol..en cada hoja, en el espacio mismo que se llena de partículas. –si sigo caminando me dices?- escucho esa pregunta en mis oídos… -elijo, espero, deseo y aprendo minuto a minuto a continuar caminado- ¿por qué detenerme?- hacían donde voy- me preguntas nuevamente?- no lo sé, solo sé que los latidos que escucho se unen con mis propios latidos y juntos se convierte en la energía para reunirme con mis propios deseos.
Sol Villafán
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