Estas son historias ocurridas algunas en mi pais,Uruguay y otras sucedidas en otros paises que aqui transcribo.

Julio era joven cuando le ocurrió un hecho que lo marcó para el resto de su vida. Una madrugada, cuando se disponía a llegar a su casa en el alejado barrio del Buceo de Montevideo, característico por su pequeño puerto y su
cementerio, Julio vio a una joven de aspecto formal. Algo asombrado por encontrar a la muchacha a esa hora de la noche, se acercó y le preguntó si le molestaba que la acompañara. Ella le contestó que no. En el camino ella le contó que se llamaba Alicia y que era estudiante de música y él, a su vez, le contó que trabajaba en un diario. Pronto llegaron a una casa importante, tal vez algo descuidada, y se detuvieron ante un gran portón de hierro. Ella se despidió amablemente y agradeció la compañía. Julio regresó a su casa, por supuesto, meditando sobre la muchacha y el extraño encuentro. A la noche siguiente, cuando Julio llegaba a su casa, el episodio se repitió. La muchacha estaba allí con un portafolios y sus partituras. El volvió a acompañarla a su casa y a despedirse frente al portón. Los encuentros se hicieron continuos y él los comentó en su casa. La madre de Julio, quien advirtió que su hijo se estaba encariñando con la muchacha, le sugirió que la invitara a encontrarse en otras circunstancias más favorables. Fue así que Julio invitó a Alicia a pasear por el parque un sábado por la tarde. Pero aunque Julio la esperó mucho rato, Alicia nunca apareció. Intrigado, Julio fue hasta la casa a donde acompañaba a la muchacha todas las noches y tocó a la puerta. Lo atendió una señora mayor y él le dijo que quería hablar con Alicia. Sin decir nada la señora lo hizo pasar y le pidió que esperara. Una vez adentro Julio vio un piano y sobre él un retrato de la chica a la que él había estado acompañando todas las noches. De pronto apareció una señora mayor que se presentó como la madre de Alicia. "Quedé de encontrarme con su hija esta tarde, pero ella no concurrió a la cita", le dijo Julio. "Es muy difícil que ella pueda ir a esa cita", le contestó la mujer. "Mi hija está muerta".


Una tarde de otoño, hace muchos años, una joven mujer decide salir a pasear por el Parque Rivera. A pesar de un viento frío y cortante que hacía gemir a los árboles y sumía al parque en la más absoluta soledad, la chica decide salir y llevar consigo a su bebé, que había tenido en condición de soltera. Estando en vísperas de su boda la joven se aventura en el parque, por entonces más agreste que ahora y mostrando los resultados de recientes lluvias. Se la ve bordear el lago junto a su niño, mientras el viento arrecia con fuerza, desapareciendo de la vista. La futura novia, sin embargo, no regresará por ese sendero. Al día siguiente encuentran su cuerpo inerte en el lago del parque, sin rastros del paradero del pequeño. Cuenta la historia que desde entonces, en las noches brumosas y tristes del otoño, puede verse a una joven vestida de novia en los alrededores del lago. Camina sola y llora desconsoladamente, mientras clama por un bebé que perdió hace mucho tiempo.
En Flor de Maroñas, en el corazón de un barrio obrero de casas blancas y chiquitas. Como una aparición extraña, la construcción en ruinas emerge en una esquina cualquiera, rodeada de un parque descuidado.
Es un caserón inmenso al que todos conocen como "la casa del águila". Cuando los primeros pobladores de la zona vinieron a quedarse, esa casa ya estaba ahí, sola y vacía. Desde siempre, en los días de tormenta, la comisaría recibe decenas de denuncias respecto a ruidos extraños que vienen desde esa casa. Se los describe como aullidos, o como aleteos de un ave inmensa encerrada entre sus muros. Una vez, en confianza, un policía me contó que una de esas noches hubo tantas denuncias que el comisario tuvo que enviar a dos agentes a inspeccionar la casa. En bicicleta, porque te podrás imaginar que ni patrullero valía la pena mandar. Cuando llegaron a la esquina, estos dos agentes buscaron con las linternas algún signo de anormalidad. No encontraron nada, y llegaron a la conclusión de que aquellos ruidos no eran más que producto de la superstición del vecindario, a lo mejor simple ruidaje de muchachos colados en el parque. Pero cuando ya se estaban yendo, escucharon a sus espaldas un estruendo de escombros que caían. Al iluminar, vieron claramente caer desde el techo una gran escultura que dominaba el portal: un
águila en gesto amenazante, con las alas y el pico abierto, que se destrozó sobre el terreno, a pocos metros de donde estaban. Pasado el primer susto, los agentes volvieron a la comisaría, y relataron en el parte que "seguramente debido al intenso viento..." Al día siguiente, los agentes fueron requeridos a la seccional, y puestos bajo arresto por "beber en horas de servicio". Cuando intentaban explicar que ellos no habían bebido, el propio comisario los invitó a seguirlo hasta la casa en camioneta. Al llegar a la esquina, los agentes comprobaron con estupor que el águila de piedra seguía allí, intacta sobre el techo de la casa, donde permanece hasta hoy.


Situado en un paraje en las Montañas Rocosas de Colorado, el hotel Stanley el espléndido edificio de 1909 sirvió de inspiración a Stephen King para la que quizás es su obra más popular, 'El resplandor', y pese a que la obra es terrorífica, casi se queda corta. Son much
os los huéspedes que aseguran haber vivido durante su estancia experiencias extrañas a las que no encuentran explicación. Una figura que aparece arañando el cristal de las ventanas desde el exterior y que de repente desaparece, grifos de agua que se abren y se cierran solos, objetos que cruzan volando la habitación y gritos y voces de niños invisibles son las historias que más se repiten entre los visitantes. También son muchos los que oyen sonar la alegre música de un piano... solo que no hay piano en el Stanley. Una de las visiones más recurrentes en los relatos de los viajeros es la de un niño de corta edad que juega en el pasillo y, súbitamente, desaparece. Pero si todo en el Stanley es inquietante, la palma se la lleva una de sus habitaciones, la 408, donde pasan cosas tan tremendas que ni siquiera está abierta al público, sino sólo a los científicos que deseen investigar los fenómenos paranormales.

El fantasma de Ana Bolena ha sido visto desde su muerte el 19 de mayo de 1536 a intervalos regulares, y totaliza unas 30.000 apariciones. Esta reina, la segunda de seis esposas de Henry VIII, fue mandada decapitar por su marido, acusada de adulterio e inc



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